La biografía de Juan Piña, bajo la lupa de Roberto Burgos Cantor

El laureado escritor cartagenero, fallecido el 16 de octubre en Bogotá, escribió el prólogo del libro ‘Juan Piña, al fondo de su alma’, del periodista Fausto Pérez Villarreal.

 

Una triste noticia sacudió el ámbito de las letras de Colombia en el anochecer del 16 de octubre. Roberto Burgos Cantor, fructífero escritor cartagenero que brilló con intensa luminosidad en los géneros del ensayo, el cuento y la novela, falleció en la Clínica de Marly de Bogotá, tras sufrir un paro cardíaco cuando se encontraba en su casa, donde residía desde hace un tiempo.

Tenía 70 años y en su haber dejaba seis libros de cuentos y seis novelas. En 1968, hace 50 años, la revista Letras Nacionales le publicó ‘La lechuza’, su primer cuento. Fue un suceso. Catorce años más tarde sacaría a la luz ‘Lo Amador’, texto de cuentos que constituyó su primera obra, a la que le sucederían, también en el género de la cuentística, ‘De gozos y desvelos’,  Quiero es cantar’, ‘Juego de niños’, ‘Una siempre es la misma’  y ‘El secreto de Alicia’,

La obra de Burgos Cantor fue complementada por seis novelas: ‘El patio de los vientos perdidos’, ‘El vuelo de la paloma’, ‘Pavana del ángel’, ‘Señas particulares’,  La ceiba de la memoria’ (ganadora del Premio de Narrativa José María Arguedas Casa de las Américas 2009 y finalista del Premio Rómulo Gallegos 2010), ‘Ese silencio’, ‘El médico del emperador y su hermano’  y ‘Ver lo que veo’. Con esta última novela había ganado en junio de este año el Premio Nacional de Novela, otorgado por el Ministerio de Cultura de Colombia.

En 2010, Roberto Burgos Cantor escribió el prólogo para biografía ‘Juan Piña, al fondo de su alma’, ganadora del Portafolio de Estímulos del Distrito de Barranquilla’, escrita por el periodista, escritor y docente universitario Fausto Pérez Villarreal, colaborador de Primerplano.com. He aquí el texto introductorio del escritor del autor cartagenero, titulado ‘Abran rueda’:

“Ningún argumento tuvo la virtud para convencer a Fausto Pérez Villarreal de que su libro sobre Juan Piña, y su ambición de escarbar en el fondo de su alma, no requería de prólogo. Le insistí en que éste era un libro de hojas abiertas, transparente, de una admiración generosa por su personaje, y de una convicción insobornable, labrada a golpes de investigación y rigor, en que los secretos de una vida no son aquellos que escandalizan sino, por el contrario, los imperceptibles elementos que hacen de la existencia algo memorable, esforzado, al borde del abismo, y que a la hora de los inventarios y balances dejan la convicción salvadora de que el peregrinaje valió la pena.

A lo mejor, entonces, la función del prólogo sea la de anunciar una buena nueva. Llamar la atención, por si hiciera falta, de algunos aspectos que produjeron guiños a la sensibilidad de este lector anticipado y que, por motivos misteriosos o previsibles, se muta en prologuista.

Fausto Pérez Villarreal es un reconocido periodista que ha ocupado parte de su vocación en reconstruir las verdades y recrear las leyendas de esos héroes de la imaginación popular que son los músicos, cantantes, compositores, intérpretes, del Caribe colombiano. Por lo general se trata de una lucha a brazo partido con la adversidad que a veces recibe las compensaciones de la fama y el éxito.

Llamó mi atención que Fausto me pidiera las palabras de introducción cuando lo único que soy, y quiero ser, es un escritor de ficciones, despojado de estudios musicales y quien siempre escucha las melodías de la tierra, más que por un designio de su nombre que incluye el apellido de su madre, por una inclinación innata a aprender de esas juglarías las verdades desvergonzadas de los sentimientos.

La manera delicada y respetuosa como Fausto Pérez Villarreal, dentro de la buena ley del reportaje literario, reconstruye el entorno de su personaje, deteniéndose en detalles que sirven para caracterizar una personalidad, logra poner a flote una tradición. En las pequeñas y alejadas poblaciones de las sabanas que fueron el Bolívar grande, aisladas, con una agricultura de subsistencia, propicias a inundaciones y sequías, y sometida esta a las bondades o a la escasez de la ciénega del río San Jorge, aparecen familias cuyo destino es preservar y continuar –¡ quién lo creyera !– los enigmas y saberes de un arte o de un oficio. En esos ciclos fatales de la pobreza, de escasos asombros y esperas elementales e infructuosas, la tradición artística deja ver un aspecto poco conocido que ennoblece la vida y torna complejo el porvenir. En escenarios así los seres aprendieron la digna conformidad de la desesperanza y cada destino se vuelve ejemplar.

El personaje del libro, Juan Piña, tiene una clara revelación de lo que significa su producción: el artista es un generador de alegría. Esa convicción en alguien que anhela la paz para su país y que ha percibido cómo la tensión constante envejece antes de tiempo a la gente, es de una generosidad descomunal.

Fausto Pérez Villarreal estructura su reportaje con las confesiones y memorias del personaje, los testimonios de quienes estuvieron en la circunstancia descrita, y sus propias narraciones, evitando las conclusiones rotundas y permitiendo al lector la formación de su propio juicio.

De este método surge, además de lo específico musical, un retrato humano de singular importancia para la comprensión de las comunidades del Caribe. El tratamiento de las virtudes del personaje, la solidaridad, la lealtad, la amistad, honrar los compromisos; la mirada de sus debilidades, las incertidumbres, el esfuerzo y la voluntad, las aflicciones, la discriminación racial, permitirán al lector conocer los infiernos que atraviesa alguien en Colombia para hacerse un lugar con las felicidades de los logros de su arte y el vencimiento de las dificultades y obstáculos antes de poner en la vida la belleza que derrota a la necesidad”.

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